¿QUE ES Y COMO FUNCIONA UNA CVX ? |
Como todos
los grupos que valen la pena, las Comunidades de Vida Cristiana (CVX) tienen
unos principios sólidos, anclados en una antigua y profunda tradición
eclesial, pero a la vez cuentan con experiencias actuales que mantienen
los ojos puestos no sólo en el pasado sino en el aporte de cada persona
y grupo vivo y operante pueda hacer para el enriquecimiento del movimiento.
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Tres etapas
se distinguen claramente en la historia de las ahora llamadas CVX:
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La primera etapa, la fundante, se inaugura con el esfuerzo de Ignacio
de Loyola por buscar compañeros con los cuales compartir una experiencia
personal y particular del seguimiento de Jesús.
Ignacio, a su regreso de Tierra Santa, busca compañeros de camino.
Lo que está descubriendo en su interior requiere de ser compartido,
tanto por una necesidad plenamente humana de compañía como
por compartir algo sumamente valioso; tan valioso que por naturaleza requiere
ser difundido. Este llamado, descubierto por una gracia especial, lo lleva
a formar en París y básicamente con sus condiscípulos
de Universidad, los siete amigos del Señor. Entre los historiadores
de las CVX hay quién gusta señalar, dada la condición
laical de Ignacio y de sus primeros amigos en este momento de su vida, que
ésta es la primera CVX de la historia.
Paralelamente a que se funda propiamente la Compañía de Jesús
(1539-1540) la historia cuenta que los primeros compañeros de Ignacio
promueven una gran cantidad de grupos laicales, llamadas “compañías”,
que tiene como propósito ...”aprender el pensamiento cristiano y
tratar todo lo que les pueda servir para este nuevo modo de vida. Se comprometen
a comulgar cada quince días y hacen muchas obras en beneficio para
los pobres, visitan hospitales y reconcilian disidentes”.
Una cuestión interesante de estas primeras compañías
laicales en su carácter apostólico -se plantean servir a los
demás-, que surge de la experiencia de los Ejercicios. Fabro y Laínez,
del grupo de los primeros jesuitas, dan Ejercicios a los laicos y estos a
su vez los reproducen a grupos de alrededor de 10 personas, formándose
así una cadena de cientos de ejercitantes.
Así pues, las características de estos primeros grupos de
laicos ignacianos, podrían resumirse del siguiente modo:
La segunda etapa que se inicia alrededor de 1556, en donde el jesuíta
Juan Leunis recupera la experiencia de estas primeras compañías
de laicos ignacianos, la sistematiza y comienza a estructurar lo que después
se llamó el movimiento de las Congregaciones Marianas. Nombre inspirado
en el texto evangélico “si dos o tres están reunidos en mi
nombre, ahí estoy en medio de ellos” (Mt. 18, 20). Reunión,
conforme al latín “congregatio” y mariana por ser María la
reina de la Compañía de Jesús.
A partir de este momento la Congregaciones florecen entre los jóvenes
estudiantes de los Colegios de la Compañía de Jesús.
Su lema es “unir virtud con letras”, lo que simboliza el esfuerzo de integrar
en un solo proceso el llamado de Dios a humanizar el mundo y la educación
profesional.
Una característica importante es la relación respetuosa con
la Compañía. No son una organización eclesial que dependa
de la orden religiosa; aunque es evidente su ligaestrecha conlos jesuitas,
inspiradores y maestros, tienen las Congregaciones su propio modo de organizarse
y gobernarse y posee estatutos propios.
A lo largo del siglo XVII las Congregaciones se extienden por África
y América; en Europa constituyen un factor importante para la promoción
de estructuras sociales democráticas y un elemento vital para el
surgimiento posterior del catolicismo social.
A pesar de la supresión oficial de la Compañía de
Jesús en el siglo XVII, las Congregaciones siguieron su afán
apostólico, la formación y el compromiso, incluso durante
el siglo siguiente. Formalmente pasan a depender del clero secular y, en
un fenómeno que no es exclusivo de ellas sino de la Iglesia en su
conjunto, han tomando estructuras burocráticas y piramidales de organización,
comienzan a centrarse en el culto más que en el apostolado y la participación
del laico se pierde totalmente en función de la dirección fuerte
de los sacerdotes. Con toda seguridad la ausencia de asesoría jesuíta
permitió este cambio de rumbo con respecto a los fines originales.
Ya entrando el siglo XX el P. Ledochowsky, General de la Compañía,
retoma las fuentes del movimiento y promueve una reestructuración
profunda de las Congregaciones, de las cuales las CVX heredan el deseo originario
de Ignacio.
La tercera etapa, está caracterizada por una lucha ardua por
ser fieles a la experiencia fundante lo que las obliga a responder de forma
ignaciana a los retos del mundo de hoy.
Una vez que el P. Ledochowsky convoca a los jesuitas que trabajan en las CCMM, que crea un secretariado central en Roma e impulsa una red de relación entre los grupos existentes en 1953, se funda oficialmente la Federación Mundial de Congregaciones Marianas. Sin embargo casi una década después, el Concilio Vaticano II comienza los aires renovadores en toda la Iglesia y promueve un cuestionamiento profundo de sus estructuras. Nuevas formas de vida, trabajo y compromiso nacen o se renuevan y entre ellas surgen las Comunidades de Vida Cristiana como una forma de expresión de esta Iglesia que quiere ser testimonio primero del Reino y que busca los medios mejores para regresar renovadamente a sus fines primeros: ser movimiento de los laicos que desean vivir cotidianamente los Ejercicios Espirituales de Ignacio. En 1971 Pablo VI aprueba oficialmente las CVX y desde entonces se suceden un conjunto de cambios importantes, como son la creación de los Principios Generales, la existencia de las CVX en más de sesenta países en los cinco continentes, reuniones mundiales cada cuatro años, la existencia de un equipo de servicio mundial, grupos de trabajo permanentes -compuestos por personas de varios países- un boletín de muy alta calidad como lo es “Progressio” y lo más importante: miles de laicos agrupados en las CVX trabajando en múltiples ambientes: sindicatos, misiones, universidades, en la familia, en la ONU, en grupos pacifistas, en la inserción con los pobres, con ancianos, enfermos, niños desprotegidos, en los negocios, en partidos políticos, en el trabajo intelectual y de otros muchos campos, con el único fin de aplicar los EE en la vida cotidiana, soportados por un proceso comunitario aplicado a las realidades concretas del lugar donde se vive. |
2. Su finalidad y objetivo. |
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2.1
Finalidad.
En los Principios Generales de las CVX dice que nuestra comunidad está
formada por cristianos que desean seguir más de cerca a Jesucristo
y trabajar con El en la construcción del Reino, y que han reconocido
en la CVX su particular vocación en la Iglesia (PP GG n.4): “Nuestro
propósito es llegar a ser cristianos comprometidos, dando testimonio
en la Iglesia y en la sociedad de los valores humanos y evangélicos
esenciales para la dignidad de la persona, el bienestar de la familia y
la integridad de la creación. Con particular urgencia sentimos la
necesidad de trabajar por la justicia, con una opción preferencial
por los pobres y un estilo de vida sencillo que exprese nuestra libertad
y solidaridad con ellos. Para preparar más eficazmente a nuestros
miembros para el testimonio y el servicio apostólico, especialmente
en los ambientes cotidianos, reunimos en comunidad a personas que sienten
una necesidad más apreminante deunir su vida humana en todas sus dimensiones
con la plenitud de su fe cristiana según nuestrocarisma. Como respuesta
a la llamada que Cristo nos hace, tratamos de realizar esta unidad de vida
desde dentro del mundo en que vivimos”.
2.2 Objetivo . Frecuentemente al leer lo anterior, queda aún duda de lo que es específico de las CVX, pues lo anterior parece más bien la misión de la Iglesia. A lo largo del presente documento se irá clarificando esta cuestión, sin embargo arriesgándonos a repetir lo que se explícita más adelante, podríamos decir que el objetivo de una CVX es...
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3. Proceso grupal-comunitario. |
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Como se
podrá observar las CVX son para quien quiera tomar en serio su vida,
sin embargo la seriedad no es sinónimo de aburrimiento o tedio; más
bien una CVX, sobre todo si es de jóvenes, debe estar caracterizada
por la alegría que resulta de descubrir caminos viables para ser más
felices.
Para caminar
hacia el objetivo planteado renglones arriba, se requiere un proceso que
contemple con suma claridad, cuando menos tres asuntos, siendo los dos primeros:
hacia dónde vamos y dónde estamos.
El “hacia
dónde vamos”, ha quedado definido por el objetivo de la misión.
El “dónde
estamos” tiene que ver con la realidad del grupo y de las personas que lo
componen; por ello cada proceso de comunidad esta matizado por las características
reales que distinguen un grupo de otro.
Pero el
tercer asunto es el de los medios, ligados al proceso: cómo vamos
y por cuáles caminos.
Es de esto
que queremos platicar un poco, en el entendido que no hay recetas sino simplemente
señalamientos generales, surgidos de observar y sistematizar muchas
experiencias CVX
[1]
.
La CVX
funciona con base en pequeños grupos entre 8 y 15 miembros como máximo,
que libremente aceptan o piden vivir la experiencia, en reuniones semanales
o quincenales. Se ha dividido el proceso en tres etapas; que se identifican
más con características del grupo que con tiempos definidos.
Los
elementos más característicos de esta etapa son:
Compresión general del objetivo y naturaleza de las CVX. Durante esta etapa debe haber claridad de que:
·Seguimiento personal del asesor sobre mociones internas de cada
integrante. En un ambiente de confianza y en un proceso “natural” los integrantes
del grupo acercan al asesor para platicar su proceso.
·Se abre la perspectiva de un nuevo modo de vida -por ello la experiencia
de los E.E. es básica- en la forma de la liturgia, la oración,
los sacramentos, en las relaciones humanas, en los compromisos impregnados
por la opción de los pobres. Incluso la noción de Dios se
descubre, aún como posibilidad, alejada de las distorsiones formativas
de la niñez y la adolescencia. Jesús comienza a ser, no la
proyección de miedos familiares y culturales, sino el amigo que invita
a amarlo en plenitud en todas las cosas y que da sentido a todo lo que somos
y hacemos.
En afecto, de ser un grupo de individuos, cada uno con su historia particular
por medio de la comunicación empieza a haber una parte de la realidad
de la persona que comienza a ser patrimonio del grupo: deseos, aspiraciones,
experiencias positivas y negativas, el entorno familiar y la vida afectiva,
entre otros.
Aquí
se forma una comunidad propiamente dicha; como la vocación laical
de tinte ignaciano es un camino que se descubre en un proceso lento, cálido,
acompañado, largo, la única vía de optar maduramente
es como lo hicieron los compañeros de Ignacio: en grupo, viviendo
los E.E. y dando los frutos concretos en el servicio al que cada uno se sienta
llamado, a partir del amor preferencial por los pobres y necesitados.
Las metas a alcanzar en esta etapa son:
Ciertamente
esta segunda etapa es la que se lleva más tiempo; se pasa de una
primera etapa de conocimiento personal, digamos idealizado a otra más
real, donde surgen algunos aspectos y deficiencias reales.
Es la
etapa más rica, pero también la que está sujeta a las
crisis que resultan del acompañamiento exigente y al crecimiento de
la fe, el conocimiento y el compromiso. Las
metas para esta etapa podrían ir en torno de:
Ninguna de las tres etapas, como ya se dijo, están marcadas por los plazos de tiempo pre-definidos. Más bien el coodinador y el asesor estarán prestos abservar los signos de la misma dinámica grupal va generando para aprovecharlos con tino y avanzar hacia la finalidad y el objetivo de una CVX. Habrá
que recordar que hemos planteado la finalidad como una utopía cristiana:
algo inagotado, nunca llegaremos a gozarla en plenitud pero es el punto que
dinamiza nuestra existencia hacia un Dios siempre mayor.
Indice |
4. Las reuniones. |
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Las
CVX trabajan con una modalidad de un asesor para varias comunidades locales
y un coordinador para cada comunidad y como ya se ha señalado tiene
reuniones semanales.
Aunque
el proceso comunitario no se agota en los asuntos que se tratan en las reuniones,
ciertamente éstas tienen un peso importante pues constituyen el
eje y la fuente de su vida. Es conveniente tener muy clara la estructura
de las reuniones y contar con un calendario, que aunque sujeto a modificaciones,
pueda darle certidumbre a los miembros de lo que se va a “ver” en las reuniones.
Sobre
la estructura de las reuniones puede tomarse como base ésta:
Existen varios tipos de reuniones para abordar temáticas diferentes
-lo que arriba denominamos “el tema de la sesión”-; varios ejemplos
se listan a continuación:
Además de las reuniones, existen otras actividades importantes como: retiros comunitarios, festejos, paseos, idas al cine, a tomar un café, asistencia a algún evento cultural. Generalmente los resultados de estas actividades informales son muy benéficas para la integración comunitaria. Las reuniones y en general toda la vida comunitaria, está enmarcada en alguno de los tres procesos siguientes, los cuales son propios y distintivos del proceso CVX:
Aunque el asesor y el coordinación deben estar pendientes de ir
avanzando integralmente, es decir que se lleven los tres procesos como una
“trenza” que se va forjando desde la realidad de la persona y de la comunidad,
el grupo como tal es responsable de impulsarlos y de ser autoexigentes cuando
esté careciendo de alguno de ellos. Para que un grupo se pueda considerar
CVX debe ir creciendo integralmente en estos tres procesos.
Incluso la confrontación de la vida comunitaria contra estos tres procesos (¿Qué tanto los hemos vivido? ¿Nos hemos cargado mucho tiempo hacia uno? ¿Hemos descuidado alguno, porqué?), puede generar el esquema de evaluación.
Pues bien estas son las ideas fundamentales, obviamente abiertas a la crítica
y a la renovación. Lo demás es arte, trabajo y ayuda de Dios.
Ing. David Martínez Mendizábal
Asesor Nacional de CVX Director General de Servicios Educativos, UIA-León. |
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